11.24.2010

LA VIDA NO VALE NADA ¿HASTA QUE TE MORÍS?

 
Estoy escribiendo poco en este blog. Despacio, me voy alejando de la producción caliente y cotidiana y no tan despacio me acerco cada vez más al guión.

Hace quince días escribí un capítulo de un programa para la Televisión Pública -Nación Zonámbula- sobre los pueblos originarios de Formosa. Es un programa de violencia institucional. Y me pasó lo de siempre. Miré todo el material, me emocioné, lloré, escribí y entregué mi trabajo. Detrás vino otro tema y luego otros más.

Hoy amanezco con la noticia de que un integrante de la comunidad Toba Qom La Primavera de Formosa fue asesinado en un desalojo violento. Es cierto que un policía también murió, pero yo no escribí la historia de ningún policía al que le robaban sus tierras ni le compraban el voto ni le quitaban el agua ni le inundaban los campos ni le pagaban miserias. Yo sí había escrito la historia de Sixto y de sus padres, sus hermanos, sus hijos.

Hace quince días él me hablaba en la pantalla de mi computadora y hoy su cuerpo ya no corta rutas ni ama la tierra ni habla en su idioma agradeciendo que las cámaras se acuerden de su comunidad.

Y me di cuenta que cuando escribo un programa que denuncia una injusticia, siento que le devuelvo a mis entrevistados (porque los siento míos) una dosis de dignidad que la sociedad les roba a cada rato. Y la que le dí a Sixto, no le sirvió de nada.

Cortó la ruta con su pueblo cuatro meses seguidos. Ayer nos ocupabamos de él unos pocos, dos, tres, cuatro medios. Hoy está en todos los noticieros. ¿Cuánto valía su vida hasta anoche? ¿Cuánto valía la vida de Sixto para un canal de televisión hasta el martes pasado? Hoy vale casi un móvil, por lo menos un informe pago de un corresponsal del lugar. Pero no es su vida lo que hoy tiene valor. Lo que vale es su muerte. Su vida, para esta sociedad perversa y para los perversos medios que la reflejan, no vale nada.

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